por Gilda Zamora E.
En enero de este año se presentó en el Raval de Barcelona Simiostein —en octubre de 2009 fue presentada en Lima (Perú)— la primera publicación del cornelismo, movimiento que se define como “una línea de pensamiento pesimista frente al futuro de la especie humana que sueña con un planeta sin seres humanos y dominado por una nueva especie”, la del Simio Pensante, “la única especie inteligente, además del hombre, capaz de salvar del caos al planeta cuando éste deje de existir”.
Diez poetas y cuatro narradores, cuyas creaciones han sido seleccionadas por Sir G., inauguran este “zine de literatura disidente”. Todos son jóvenes escritores de diferentes latitudes del ámbito hispanoamericano que, como reza en la cubierta, “comparten la certeza de que el fin de la raza humana es inminente”. Manifestación cuyo tono apocalíptico, lejos de parecer descabellado y exagerado, se afianza en estos tiempos de monotonía y, sobre todo, de un marcado pesimismo. En efecto, no hay más que echar un vistazo a la cartelera, a algunas publicaciones editoriales, a los periódicos: predicciones sobre asteroides que impactarán contra la Tierra en el 2029 o el 2036; dominaciones extraterrestres o vampíricas que amenazan con la desaparición de los humanos; o la sombra del calentamiento global, que sitúa al hombre como principal culpable de éste. Pero, en medio de discursos y medidas ecológicos (o pseudoecológicos), como un “intento” de salvar nuestro planeta, surge el cornelismo como constatación de que es imposible cambiar nada, mucho menos el destino de nuestra especie, condenada a la inevitable desaparición.
Simiostein, plataforma de difusión de las ideas del llamado cornelismo, destaca por la acertada selección de sus textos, porque, además de mantener la línea de su ya señalada ideología, representa una pequeña muestra de lo que se está escribiendo tanto en España como en América en cuanto a poesía y narrativa se refiere, y porque constituye un extracto del lado subversivo, rabioso, de la literatura de estos tiempos.
En poesía, Tulia Guisado (España) abre el fanzine con “Principios”, un poema que es una réplica irónica a los “buenos principios”: “Nada de pensar en serio en la remota / pero atractiva idea de dedicarme al cine / porno, ser una encantadora felatriz, (…) destruir a Greenpeace…”. Leonor Silvestri (Argentina) presenta poemas en los que el yo poético describe atmósferas sombrías por los que deambulan personajes abúlicos e indiferentes, que sólo toman las calles para celebrar la presencia de nieve en Buenos Aires, como en “2007”, del que se desprende una crítica a nuestra sociedad carente de ideales; atmósferas en donde seres movidos por la inercia de la costumbre se muestran imperturbables ante la presencia de palomas testarudas, que insisten en incubar huevos de los que nunca nacerán polluelos, como en “Santiago del Estero al 600”; o poemas, como en “Alto Palermo”, en los que se cuestiona, por ejemplo, la educación basada en la procreación como fin del matrimonio. También intervienen en el fanzine Diego Ramírez (Chile) con títulos, como “Septiembre”, que evocan el golpe de Estado en Chile y en los que el yo poético llama a los más jóvenes a llevar su país a un incendio simbólico, a las llamas simbólicas de la resistencia de la otra historia, la de los olvidados: “Hay que seguir incendiando mi país entero / Hasta que no se olvide y no se renuncie / A los nombres faltantes en la historia de Chile”. Alan Mills (Guatemala) con poemas como “Oración del quinto día”, “Oración del sexto día”, “Polvo eterno” o “Cariñito”, este último de tono irónico y con claras alusiones sexuales. Christian Núñez (México) con poemas breves como “Fin del mundo (11 a.m.)” o “El libro de Job”, de imágenes inquietantes: “trenes hacia ninguna parte”, “ciudades leprosas” o catástrofes en aumento. José Manuel Barrios (Uruguay) con, por ejemplo, “Ejemplos poéticos prácticos para vivir en democracia”, donde se tiende hacia lo experimental. Yaxkin Melchy (México) con “Canto de las mariposas superficiales”, un largo poema de tono confesional y desgarrado que avanza entre la desesperación y el hastío. Héctor Hernández Montecinos (Chile) con varios poemas de tono directo y áspero, entre ellos “La parte de los intelectuales”, una crítica a los “intelectualoides” o pseudointelectuales: “Al día siguiente / regresan y comentan como si hubiesen / devorado cada página, y / a lo sumo leyeron la reseña / de la contraportada y un par de párrafos que el azar les hizo parecer fundamentales”. Sergio Pinto Briones con poemas visuales (pp. 20, 34, 67 y 74) y Luis M. Hermoza (Perú) con su manifiesto de “malas” intenciones: “No / no voy a hacer bondades / no / no voy a ser el ángel blanco que toca el arpa / seré el diablo desnudo y rojo que agoniza y vive para siempre”.
Dante Oliva León (Perú) abre la parte narrativa del fanzine con “Historia de un maquisapa capturado”, un relato extraordinario de humor mordaz que ridiculiza lo peor de nuestra especie. Está narrado en primera persona por Marco Pomponio, un maquisapa trasladado de su Pucallpa (ciudad amazónica peruana) natal al zoológico de Barcelona, de donde huye cansado de permanecer encerrado. En su posterior incursión en la ciudad humana, el maquisapa es víctima del egoísmo y de la arrogancia de los humanos, que, al comprobar incrédulos que habla, acaban llevándolo a un laboratorio, donde un grupo de científicos lo someten a una serie de experimentos. Claudia Apablaza (Chile) nos ofrece un relato cuyo título es “Yo me paseo”. En él hay una crítica soterrada a todo el tinglado comercial y promocional que se suele montar en torno al mundo editorial y de la cultura. Narración simultánea en primera persona, frases cortas, repeticiones constantes, que proporcionan agilidad e intensidad emotiva al texto, y final inesperado son los rasgos de este relato cuya protagonista es una joven escritora que se pasea “imaginariamente” por la FIL de Santiago. Álvaro Bisama (Chile) interviene con “Ciento setenta y dos mil ochocientos segundos”, un relato sobre otro relato, una leyenda urbana sobre una chica aquejada de una enfermedad incurable y a la que le quedan ciento setenta y dos mil ochocientos segundos de vida. La chica, a la que el narrador-personaje llega a conocer, espera la muerte todos los días sentada en un bar, donde siempre pide vodka puro con limón y hielo. Un interesante relato donde el principio acaba fundiéndose con el final. Cierra esta sección “Muerte en Rosarito”, de Alejandra Maldonado (México), un relato que narra el viaje que realiza, por su 30 cumpleaños, la narradora-protagonista junto a una amiga, desde la víspera de su salida de California hasta su llegada a las playas de Rosarito. Narrado en primera persona y con un tono melancólico, este relato presenta referencias directas a Muerte en Venecia, de Thomas Mann. A la protagonista le invade un sentimiento de nostalgia por su juventud perdida, cuando un jugador de los Chargers, un jovencito que acaba de conocer, no hace más que soltarle insistente y “dolorosamente”: “Now, you’re my girlfriend”.
Asimismo, cabe decir que todo el fanzine es un guiño largo y reiterado a la mítica película del cine de ciencia-ficción El planeta de los simios, basada en la novela homónima de Pierre Boulle. Así, vemos por sus páginas simios —un simio fumando decora la cubierta— y astronautas —que nos recuerdan a Taylor—; así como también niños punk y geishas de frente o de espaldas.
En suma, Simiostein es una colección de voces y de miradas desengañadas y nada complacientes donde disidencia y literatura convergen.
Gilda Zamora E. (Huánuco, Perú, 1986)
En el 2003 llegó a Barcelona, donde vive desde entonces. Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona y realizó un máster en edición. Es correctora desde algunos meses en una editorial con nombre eufónico. Etiquetas: prensa, simiostein n° 0