Ay, Santa Muerte,
Señora puesta ahí
por la Divina Trinidad
del Padre Eterno,
para segar la vida
de todos los mortales,
a ti llegamos más tarde
o más temprano
y no te importan riquezas
o juventudes,
pues eres pareja
con jóvenes y viejos
o niñas lindas,
que habrás de llevar
a tus dominios,
cuando Aquél te lo indique,
te suplico se enamore de Mí,
y no se fije en la hermosura física,
sino en la del Alma mía,
que venga manso,fiel,
sobre maíz arrodillado,
o se le mire volviendo a nacer,
y lo echen al agua helada, sí,
que de tal forma inicie su mundo
y luego su madre le dé
con el cordón de la plancha,
sí.
(se rezan tres padrenuestros)
Alan Mills
publicado en Simiostein: primer zine cornelista n° 0
0 comentarios:
Publicar un comentario