Glorioso,
Poderoso,
abusando de tu bondad como protector y dueño,
oh Señor invencible que sos,
te ruego hagás que ese cabrón
no pueda en paseos gozar,
Glorioso,
ni comer ni dormir,
que sus leches sean agrias
y se le cristalicen adentro,
si a mi lado no está
sufra hijos coladecerdo
o rameras para majarle los tuétanos
y dejarlo vacío,
Poderoso,
sus pensamientos serán sólo para mí,
lo mismo que su voluntad,
me dará felicidad este maldito Amor
(se rezan tres padrenuestros)
Alan Mills
publicado en Simiostein: primer zine cornelista n° 0
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